El desmantelamiento de una central nuclear es un reto. El de Almaraz, asegura Manuel Ondaro, se hará de forma ordenada, segura y transparente. Ondaro trabaja en ENRESA, la empresa pública de gestión de residuos radiactivos, y está al frente del actual desmantelamiento de otra nuclear: la de Zorita, en Guadalajara. Ya han desmantelado un reactor en Vandellós, y antes de la planta extremeña está pendiente el de otro en Garoña.
Estudio, descontaminación, desmantelamiento y verificación
El séptimo Plan de Residuos Radiactivos marca el protocolo a seguir: 3 años antes del cierre, ENRESA realiza un estudio básico de estrategias. Otros 3 años se van en gestionar el uranio gastado, descontaminar el circuito primario y grandes componentes; y acondicionar los residuos. Después, el desmantelamiento en sí: caracterización, desmontajes radiológicos, verificación final del emplazamiento y devolución final al propietario de la planta. Total: 13 años, que comenzarían a contar en 2027 en el caso del primer reactor y en 2028 en el segundo.
Las expectativas empresariales y sociales son altas. Según el vicepresidente del Club Senior, Marcelo Muriel, se abre un horizonte interesante en el que deben colaborar diversas áreas para lograr la necesaria especialización: "Hay un diamante en bruto, pero Extremadura tiene que ponese las pilas desde ya".
Esencial también es minimizar los efectos del desmantelamiento en el entorno natural. Sectores tan exigentes como el nuclear propician un tejido empresarial más que cualificado para muchas otras aplicaciones. Se trata, pues, de convertir en oportunidades las inquietudes en torno a este asunto.
TEXTO: Luis Abad
IMAGEN: Canal Extremadura