Las persedidas o las “Lágrimas de San Lorenzo” llegan fiel a su cita cada año a mediados del mes de agosto. Estoy convencido de que es la lluvia de estrellas más popular. Y lo es por varias razones: la primera porque es una de las que cuenta con mayor cantidad de meteoros; la segunda, porque en esta época del año las vacaciones, el trasnochar de forma habitual y las altas temperaturas hasta bien entrada la madrugada invitar a estar al aire libre; y la tercera, porque son observables a simple vista.
¿Cómo se forman?
Las lluvias de estrellas se forman cuando los restos de un cometa atraviesan la atmósfera terrestre debido a la atracción gravitatoria que ejerce nuestro planeta. En nuestro caso, el cometa responsable es el Swift-Tuttle, descubierto de forma independiente en 1862 por dos astrónomos: Lewis Swift y Horace Parnell Tuttle. Su diámetro es de 26 kilómetros y tarda 133 años en dar una vuelta al Sol. De hecho, su órbita llega más allá del planeta enano Plutón.
El origen de su nombre
El nombre de “Perseidas” deriva de “Perseo”, ya que de esa la constelación parece provenir la lluvia (es lo que técnicamente se denomina “radiante”). Recalco en que parece que viene de allí. Y es que entre el 10 y el 14 de agosto de cada año la Tierra se cruza con estos restos del cometa y nuestra proyección visual durante la noche nos marca la constelación del semidios Perseo.
Pero hasta no hace mucho tiempo, a esta lluvia de estrellas se la conocía como “Las lágrimas de San Lorenzo”. Como tantas veces ha ocurrido a lo largo de la historia, ciertos fenómenos atmosféricos o astronómicos eran explicados por la intervención divina o de entes mitológicos o religiosos. El rito católico celebra la festividad de este santo cada 10 de agosto, uno de los días de máxima intensidad de la lluvia, cuyo martirio fue ser quemado vivo en una parrilla en el año 258. Las estrellas fugaces serían la representación de las lágrimas que derramó el santo en su muerte.
Además, las brasas de ese fuego serían la causa del intenso calor que se suele dar a finales de la primera quincena del mes de agosto. Ya lo dicen los refranes: “Hacia San Lorenzo, calor muy intenso” y “El día en que cae el Quemado, cae todo el apostolado”.
Trozos de cometa a más de 200.000km/h
Los restos que deja el pedrusco es cuestión no son muy grandes, apenas llegan al centímetro en su mayoría. Penetran en la atmósfera a unos 59km/s, pero te quedarás de piedra si te digo que esa velocidad equivale a 212.000km/h. Esta rapidez hace que súbitamente entren en combustión a causa del rozamiento con el aire, de la misma forma que se calientan los frenos al usarlos bruscamente. Y lo empiezan a hacer a unos 100km de altura, se aproximarán más o menos al suelo dependiendo de su tamaño, pero es raro que lleguen a la superficie si no alcanzan 1kg de masa.
¿Cómo observarlo?
No necesitamos ningún tipo de instrumentación, tan sólo la vista. Es recomendable alejarse de los núcleos urbanos para que la oscuridad permita una buena observación además de una tumbona o colchoneta para poder echarnos boca arriba y así contemplar el cielo sin molestia alguna.
Además, este año tenemos a la Luna en fase menguante, lo cual quiere decir que saldrá por el este en la segunda mitad de la madrugada. Esta circunstancia está a nuestro favor.
Un meteorito cruza el cielo de Extremadura