La fortaleza de Portezuelo: un castillo de leyenda

Fue el elemento defensivo de mayor importancia para los habitantes del Valle del Alagón desde los visigodos a la Edad Media. Ubicado  sobre un cerro que dominaba el desfiladero por donde pasaba la antigua calzada romana de la Dalmacia, ramal de la vía de la Plata, su construcción se remonta al siglo XIII, durante la ocupación almohade de la zona.

Se le conoce también como castillo de Marmienda, rebautizado así por los habitantes de la localidad (el originario era Portillo) el nombre de la triste protagonista de su historia más popular. Se trataba de la hija del alcaide, reconocida por su belleza y valores, que quedó prendada de uno de los enemigos de su padre, un capitán cristiano a cuyo amor aquél se oponía.

Un día la joven, creyendo ver morir a su amado en el campo de batalla, decide poner fin a su vida arrojándose desde lo alto del alcázar. El destino no se conformó con este fatal desenlace sino que además el cuerpo fue a parar junto al del caballero -que sólo había perdido el conocimiento en el combate- quién optó por poner fin a su infortunio de un modo igual de drástico.

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Aún hoy algunos vecinos afirman  que las manchas oscuras que poseen las rocas los pies del castillo se corresponden con las de los dos enamorados. Pero no es la única leyenda que alberga el fortín. Además, se habla de un magnífico tesoro escondido entre sus paredes y que dio origen a viejos adagios que aún recitan los lugareños.

Respecto a su estado actual, el recinto se compone de tres recintos: barrera, adarve y alcázar. De la primera barrera los restos son casi imperceptibles y se cree que nunca estuvo acabada. En cuanto al segundo, es la parte mejor conservada es la que mira al este, donde todavía se pueden apreciar el andén y los pretiles, todo de mampostería.

Una visita impresindible que nos ayuda a descubrir la historia... y sus leyendas.