Su presencia, su aroma y, sobre todo, su sabor hacen inconfundible al vino de pitarra. Un producto esencialmente artesanal.
"Son de esos tesoros que hay en los pueblos. Como siempre se han hecho: coger la uva, llevártela a casa, pisarla, dejar que fermente, con unos cuidados mínimos"
Elegir el mejor es cuestión de matices que equilibran el resultado.
"Con un puntito de alcohol, que tenga acidez, que sea largo, que se quede en la boca"
Lo sabe muy bien Fran, que este año se ha llevado el primer premio en las categorías de vino seco y dulce.
"Siempre hay que partir de un buen producto y un buen saber hacer"
Una veintena de caldos han participado en esta edición.