El pasado mes de julio, la única tienda de alimentación que había en Belvís de Monroy cerró, dejando a sus vecinos sin la posibilidad de comprar pan. En un primer momento, fue la propia panificadora quien se encargó de repartir las barras, pero, aseguran, no les salía rentable.
En ese momento, el ayuntamiento de esta pequeña localidad, de unos 700 habitantes, tomó cartas en el asunto. Cada mañana, dos operarios municipales, que cuentan con el carnet de manipulador de alimentos, van hasta la panificadora para recoger las barras. Posteriormente las reparten entre sus vecinos al mismo precio.
De esta manera, pueden hacer llegar este alimento básico a la población más vulnerable que no puede desplazarse a localidades vecinas, como Navalmoral de la Mata.