Día de fiesta y reencuentros en Granadilla. Es tradición que cada 15 de agosto vuelvan los vecinos a esta villa, que se vieron obligados a abandonar por la construcción del embalse de Gabriel y Galán en los años 50.
De esta forma, Granadilla se llena con sus antiguos vecinos: los hijos de la localidad. Llegan para honrar a la patrona de su pueblo y para mantener viva su memoria: el recuerdo de un desalojo obligatorio que terminó con la historia centenaria de la villa. Hoy, comparten escenario con numerosos turistas, que escuchan las pequeñas historias contadas por sus auténticos protagonistas. "Me duele mucho que a la gente la echaran como las echaron", explica uno de los hijos de Granadilla a los visitantes que le escuchan con atención.
"Me acuerdo que el cura tenía un naranjo e intentábamos quitárselas", recuerdan a medias dos amigas que se fueron siendo unas niñas, y ahora regresan cada 15 de agosto para, entre otras cosas, volver a verse. "Fuimos a la escuela juntas y ahora solo nos vemos una vez al año", explican agarrándose del brazo.
La villa este año recupera actividad ya que volverá a acoger el Programa de Recuperación y Utilización Educativa de Pueblos Abandonados a partir de septiembre tras dos años de parón por la pandemia. Un programa tan asentado que también visitan la villa, ya adultos, los jóvenes que lo comenzaron: "Tendría 14 o 15 años y estuvimos aquí unos 10 días. Se me ponen los pelos de punta al volver", explica hoy, emocionado, uno de ellos.