"Coso desde niña, porque lo hacíamos así: cosíamos para Lagartera y nos lo pagaban; 4 perras porque eran 4 perras y luego a trabajar en el campo, para poder comer"
Habla María Dolores Jiménez Camacho y hablan sus manos, que tienen 82 años y que cosen desde niña. Su hermana aún tiene vista para contar hilos y hacer los pespuntes. Y ella, buena maña con la aguja: "Tenemos un papel y lo vamos sacando. Ese es el único secreto", nos cuenta.
"Cosíamos para Lagartera"
Y así ha sacado mantelería para hijas, nueras, nietas y para medio pueblo. Igual que Marina Castilla . Con 11 años emigró a Madrid, pero lo hizo ya con alma de costurera. Desde que ha vuelto al Gordo, no ha dejado de coser. Su modelo: su madre y su tía que cosían, como ella, con solo 11 años: "y no iban a academias ni nada. Venían a Navalmoral y lo que veían, cuando llegaban a casa, se ponían a ver si lo sacaban y asi lo sacaban. No me gustaría que se perdiera esta tradición tan nuestra"
"No me gustaría que se perdiera esta tradición tan nuestra"
En el Gordo a mujeres como Marina y María Dolores, y a todas las que les enseñaron a ellas, les han dedicado un mural. Lo firma el extremeño Sojo y representa un dechado: una muestra que siguen las bordadoras para contar los hilos y poder luego coser las figuras. En concreto, es el dechado del S.XIX que conserva el Museo de Cáceres.
Dice la alcaldesa, Silvia Sarro, que es una profesión muy arraigada, y que ha servido para crear ajuares de novia vailosísimos en todas las casas del pueblo. Pero cosían, sobre todo, para Lagartera. Lo hacían hasta cuatro provincias: Cáceres, Ávila, Madrid, y Toledo. En esta última, con hasta 4 escuelas: Lagartera, Navalcán, Oropesa,Talavera y una subescuela Caleruela, a solo 15 km del Gordo.
Toda esta tradición hace que en los ajuares de El Gordo haya mantelerías de sofisticadas flores lagarteranas, de hilos contados, de punto de cruz o abanicos de bolillo: alta costura de la España vaciada.