Los sátiros, como el dios Pan, solían violar en grupo a las ninfas. Del dios Pan viene la palabra 'panikón', es decir, pánico.
Se llamaba Ricardo Pérez el juez que, en su voto particular, dijo apreciar, en la violación grupal de los Sanfermines, “una excitación” en la víctima, “aunque eso no signifique que la relación sea consentida”, añadió. Y aclaró que, en todo caso, él no veía otra cosa que un acto sexual "en un ambiente de jolgorio y regocijo”.
Ese juez consumiría violaciones grupales en forma de películas pornográficas. Si no, no se entiende (o yo no lo entiendo). En aquellos vídeos de móvil presentados en el juicio, él no vio otra cosa que porno, entendiendo que el porno refleja las relaciones sexuales que mantiene todo hijo de vecino. Pero ese no es el único drama. El verdadero drama es que describió la violación como respuesta a un “no con la boca pequeña” y la vio como parte de un “jolgorio”, de una peli porno.
En el Mitomachismos de Iguales de esta semana, tras recibir como un nuevo puñetazo las noticias sobre el caso de Igualada, hemos reflexionado sobre el porno, las violaciones y las manadas Olímpicas. Y en cómo el no es no de la mujer parece incomprensible desde hace miles de años.
Los sátiros, su irrefrenable deseo y sus violaciones grupales
Las manadas de violadores en tiempos de los dioses las componían los sátiros. Eran seres mitológicos, con cuerpo mitad hombre y la otra mitad cabra, que acompañaban a Dionisio, dios del vino, y a Pan, dios del deseo y apetito sexual masculino. Con el miembro viril siempre erecto, borrachos y violentos, vagaban por el bosque violando a ninfas.
Son muchos los episodios (ellas huyendo, ellos violando) representados en paredes, vasijas, botijos y mosaicos de casas y palacios griegos y romanos. Si la pregunta es: “¿cómo podían gustar aquellas gentes de este arte basado en violaciones?”, la respuesta es: “igual que hoy gusta cierto género porno”. Es decir, hay violaciones grupales en las vasijas romanas como las hay en las películas porno. Sí, también esto nos lo enseñaron los romanos.
Si la pregunta es: “¿Cómo podían gustar aquellas gentes de este arte basado en violaciones?”, la respuesta es: “Igual que hoy gusta cierto género porno”.
La fundación de Roma se realizó tras un rapto grupal
Nos lo enseñaron tan bien que está en el mito de la fundación de la mismísima Roma. Rómulo, consciente de que escaseaban las mujeres, decidió montar una fiesta (o jolgorio: otra vez el jolgorio del juez de la Manada) y robarles las suyas a los invitados, que eran los sabinos. Y, atención, porque ellas se opusieron; pero (atención de nuevo) porque luego (oh, sorpresa), se resignaron. Tanto, que incluso cuenta el mito que, cuando los sabinos quisieron vengarse de los romanos, las que habían sido raptadas y violadas se mostraron felices y pidieron que no se levantaran en armas. Es el “no con la boca pequeña” que nos han contado desde entonces y que, por cierto, recordamos cada vez que un novio recién casado coge en brazos a la novia para cruzar el portal de casa tras el “sí quiero”.
La flauta de Pan: el pánico y el triunfo de una violación
En los sátiros (o en los faunos, porque en Roma se llamaban faunos), encontramos, además de pornografía y violaciones grupales, la etimología de la palabra panikón, es decir, pánico: todo muy bien hilado. Viene del dios Pan, que era el sátiro por excelencia y, por supuesto, protagonista de auténticas historias de terror. A veces acompañado por su séquito y a veces solo, también vagaba por bosques y montañas en busca de sus víctimas. La más conocida es Siringa, una ninfa que no se libró de él ni aun convirtiéndose en cañaveral. Se lo pidió, presa del pánico a sus hermanas, la náyades : que, por favor, la convirtieran en cañas para que aquel loco no consiguiera violarla. Y lo hicieron: la convirtieron en cañas; pero triunfó Pan. Y no solo triunfó porque ella dejara de ser ninfa para convertirse en materia muerta, sino porque al malnacido no se le ocurrió otra cosa que hacerse una flauta con las cañas y tocarla eternamente. No, no es una historia de amor sino de terror: del triunfo de una violación.
La etimología de la palabra panikón, es decir, pánico, viene del dios Pan
El no es no lo gritan las mujeres desde siempre. Eso nos lo enseñaron los romanos. Pero los violadores y algunos jueces aún no lo entienden; así que habrá que seguir enseñándoselo.
Dioses violadores y otros mitos terroríficos sobre la violencia sexual