A sus más de setenta años, Carmen sigue siendo teniendo un importante presencia y es muy querida querida en el centro de ASPACE en Badajoz. Tras años trabajando como fisioterapeuta, decidió mantenerse como voluntaria tras su jubilación, motivada por una profunda gratitud hacia los usuarios del centro. Su objetivo es darles solo "una parte de lo que ellos me han dado a mí”, explica. Actualmente colabora esporádicamente en diversas actividades, desde apoyo en el gimnasio y la piscina hasta acompañar a los usuarios en sus salidas.
Estas actividades son esenciales para muchos usuarios, como Concha, quien agradece el esfuerzo de los voluntarios: “Nos sacan de excursión; el otro día fuimos a Zafra, gracias a ellos”. Sin embargo, ASPACE enfrenta un desafío importante, ya que varios de sus usuarios, como Tomás y Melisa, se acercan a los 60 y 45 años, respectivamente, y requieren cada vez más cuidados.
Para familiares como Dolores, madre de Melisa, la preocupación es constante. La mayoría de cuidadoras temen por el futuro de sus hijos cuando ellas ya no puedan estar a su lado, y por ello, piden un aumento en las plazas de residencia: “Para que estemos tranquilas y sepamos que cuando no podamos aunque los hermanos estén pendientes pero ellas tengan resuelta su vida”.