“Adiós, hasta el verano que viene”. Es la frase que presagia el final de las vacaciones para forasteras como Mari Carmen y Julia que cada agosto regresan a Villar de Plasencia (Cáceres), su pueblo de origen.
Hoy les toca despedirse con un fuerte abrazo y la promesa de reencontrarse y es que el verano transforma muchos pueblos de la región que ven triplicar su población habitual.
La piscina o el bar son durante el mes de agosto todo un hervidero de gente. "Ahora ese bullicio va bajando", nos dice el propietario del bar del pueblo, Amador Sánchez.
Se acaban las vacaciones y quedan atrás miles de recuerdos
Los pueblos se quedan una vez más sin las personas habituales del verano… más solitarios, más tranquilos. El silencio invade de nuevo las calles. Es el vacío del final de las vacaciones. Ahora solo queda esperar hasta el verano que viene.