22 Enero 2021, 15:11
Actualizado 22 Enero 2021, 21:43


 

Tras 10 meses fuera de su casa, Ana Llerena, paciente de COVID de 67 años, ha vuelto a su hogar en los Santos de Maimona. 

Hoy la pantalla del teléfono de su hija es la vía por la que Ana recibe el cariño de sus vecinos y familiares. Les saluda a todos por fin desde el sofá de su casa, abrumada con tantas felicitaciones.


Han sido 10 meses de lucha muy duros, para ella y para todas las personas de su entorno, que en ocasiones se mentalizaron de que la perderían. Pero Ana Llerena resistió.

Tras 4 meses en la UCI pasó a planta en el Hospital de Badajoz. Había superado la covid, se hacían evidentes las secuelas que le había dejado: Había sido la primera paciente entubada por lo que tenía una traqueotomía recién cerrada, necesitaba curas diarias porque tenía ulceras por todo el cuerpo, sufría incontinencia.... Era totalmente dependiente. 

Esta situación, sumada al aislamiento de su familia, afectaron enormemente a su ánimo. Lo fue recuperando poco a poco cuando comenzó a notar los progresos en el Hospital Casa Verde.

La terapeuta ocupacional Isela Sanabria y la fisoterapeuta Luisa García, forman parte del equipo interdiscilplinar de Casa Verde que durante 5 meses han acompañado a Ana en este proceso. Son una parte fundamental en los progresos de los pacientes, en este caso de Ana, y han vivido su regreso a casa junto a sus hijos y su marido, con especial alegría, sobre todo porque su evolución ha pasado de ser de una gran dependencia a una práctica autonomía. 

Nos cuentan que no en todos los casos es así,  pero que  casos como el de Ana Llerena ayudan a visibilizar que desde la rehabilitación interdisciplinar y paciente es posible  ganarle a las limitaciones para ser autónomos que a veces deja la covid como secuela a sus supervivientes.

No es un camino rápido, ni fácil. Depende de muchos factores, entre otros  del trabajo coordinado de los equipos interdisciplinares. Pero ese camino existe, Ana Llerena es la muestra viva y autónoma de ello.

 

Y eso hoy, posiblemente es una de las mejores dosis de realidad a la que podemos aferrarnos.