Alemania dijo adiós el verano pasado a su central más antigua, en el estado de Baviera, después de que un año antes ya había cerrado seis décadas de energía nuclear con la desconexión de las tres últimas plantas operativas en el país. Ahora, sin producción nuclear, vuelve a activarse el debate sobre su conveniencia.
En Francia, la apuesta ha sido contundente. "Es el renacimiento de la nuclear francesa", dijo Macron hace tres años al anunciar un ambicioso plan con la creación de seis nuevas centrales y la prolongación de la actividad de las ya existentes.
Francia cuenta con 56 reactores, el mayor parque atómico de Europa, que genera más del 60 por ciento de la electricIdad que consume el país.
También Reino Unido ha apostado recientemente por una expansión de la energía nuclear con la construcción de nuevos reactores de pequeño tamaño y alta tecnología. Así no estaremos sujetos a la volatilidad internacional, ha asegurado el primer ministro Starmer.
En Finlandia hace dos años pusieron en marcha una nueva central, en un país en el que más del 60 por ciento de los ciudadanos están a favor de la energía nuclear.
Bélgica, sin embargo, había programado su apagón nuclear para para este año, pero en 2022 se tomó una tregua que ha alumbrado un plan para construir dos nuevas centrales y duplicar su potencia. La semana pasada además acordó reactivar por otros diez años dos reactores estratégicos.
El renacimiento nuclear también se plantea en Suecia, República Checa, Polonia e Italia, donde cerraron sus centrales en 1990.