Hace unos días tuve que hacer un reportaje sobre cómo estaban pasando la cuarentena los niños. Y les preguntaba qué era lo mejor y lo peor de este confinamiento. Y eso me ha hecho pensar en qué está siendo lo mejor para mí, y sin duda, es el compartir los amaneceres con mis hijos.
Llevo más de cinco años madrugando, prácticamente desde que nació Antonio, para entrar a trabajar a las 7 de la mañana en el programa Ahora Extremadura. Me he perdido muchos desayunos, muchos despertares, llevarlos al cole, a la guarde. Así que en estas semanas de confinamiento el mejor momento del día son sus amaneceres. Me encanta verlos levantarse, desayunar y sobre todo el beso de “buenos días”, y, como verán aquí, no mantenemos el “distanciamiento social”.
Paradójicamente, y muchos papás y mamás me entenderán, el otro mejor momento es cuando se acuestan. Me encanta contarles cuentos. Y también se los cuentan entre ellos. Es un momento de mucha unión que no quiero perderme. En el día del libro hago mi pequeña reivindicación sobre la importancia de inculcarles la lectura desde bien pequeños, y esto nunca falta en mi casa. Como decía Daniel Pennae en Como una novela “El verbo leer no soporta el imperativo.”
Y una vez que se duermen llega el momento de relajarnos y evadirnos de toda esta situación con series, películas, programas y lecturas.
Al menos disfrutamos de los pequeños, y a la vez, grandes momentos que son los que nos llenan la vida de sentido. Yo me quedo en casa.
Inmaculada Mateos