23 Enero 2022, 0:00
Actualizado 22 Enero 2022, 23:59
La estampa de la trashumancia sigue siendo real en Extremadura. A pesar de las enormes dificultades que la actividad trashumante arrastra actualmente, nuestra región tiene la fortuna de ser testigo todos los años del paso de rebaños nómadas de vacas y ovejas, que buscan pastos frescos en los campos de Extremadura.
 
Con el paso del tiempo las cañadas se van perdiendo y apenas quedan pastores porque las condiciones no son las más favorables, pero por suerte siguen existiendo familias de trashumantes que apuestan por esta tradición que se ha convertido en una cultura medioambiental. Siguen utilizando los caminos centenarios de nuestra tierra con un mismo objetivo, mantener vivo el pasado de la historia de los antepasados extremeños.
 
A pesar de todo, los amantes de esta práctica milenaria siguen apostando por todos los beneficios territoriales, medioambientales y socioculturales que la trashumancia aporta a nuestros pueblos y nuestros campos. Extremadura tiene el privilegio de formar parte de esas sendas en las que los trashumantes emprenden su camino con sus rebaños manteniendo su biodiversidad y el pastoreo extensivo. La geografía extremeña, el camino de trashumantes.