Marruecos afronta su tercer día tras el terremoto, que se ha cobrado ya casi 2.500 muertos. El Ministerio de Asuntos Exteriores ha anunciado que el Gobierno ha traído a España, desde el país marroquí, a 36 personas en dos vuelos militares por las dificultades que tenían para salir y al encontrarse familias con menores, entre ellos.
Mientras, hoy hemos visto a residentes y turistas en Marrakech donando sangre para las víctimas del seísmo.
Precisamente desde Marrakech ha llegado Javier, un extremeño que vivió el terremoto. Estaba en la ciudad marroquí con un grupo de compañeros del geoparparque Villuercas-Ibores-Jara, en un congreso mundial con otros colegas. Afortunadamente, no ha sufrido ningún daño, como tampoco otro compañero que sigue en la zona. "Al volver a la zona de los hoteles ves a la gente corriendo por la calle, y pensamos que era un ataque terrorista, hasta que de repente ves que el taxi empieza a botar y a moverse mucho, y entonces caímos que era un terremoto", relata.
Javier asegura que no sintió miedo, "pero sí impotencia por no poder hacer nada y por la incertidumbre de no saber qué va a pasar, de si vas a poder llegar a casa, de no saber si va a haber más réplicas, de cómo están el resto de los compañeros".
Con uno de sus compañeros del geoparque, Iván, que sigue en la zona, permanecen en contacto. Desde allí, nos cuenta, hoy se respira una cierta normalidad, sobre todo, en la zona centro de la ciudad.
Estos dos extremeños han sobrevivido a un terremoto donde los equipos marroquíes, apoyados por refuerzos extranjeros, continúan trabajando para encontrar supervivientes.