La singular mitología hurdana nos deja uno de los personajes más peculiares del calendario invernal navideño. Y es que mientras 'La Chancalaera' permanece oculta en su guarida, en estos primeros días de frío extremeños se anuncia el regreso de La Chicharrona desde las sierras del norte regional.
Al abrigo de los versos “Bajo la nieve tan blanca baja la Chicharrona; licencia trae pa’matar al cebón y a la cebona; Ya viene la Chicharrona por el pueblo de La Huetre; corred, muchachos, corred, que os trae higos y nueces” los niños esperan su entrada en los pueblos con frutos secos y la tradición la acompaña además con tamborileros, fuego y 'matajambres'.
Su presencia no pasa desapercibida: vestida con pieles de cabra, cubre su cabeza con un viejo gorro y calza unos enormes zuecos o almadreñas. De su cinto cuelgan cencerros y calabazas vinateras mientras que adorna su cuello con originales collares de mazorcas de maíz o chorizos enroscados. En su regazo el símbolo de un fardel con castañas, nueces e higos pasos. De su zurrón sobresale un pergamino enrollado: la licencia, que permite dar comienzo a la matanza del gorrinu. Y es que precisamente su nombre procede de su vinculación con una de las costumbre más arraigadas en la cultura extremeña: el sacrificio del cerdo. Con ella no sólo se anuncia el tiempo invernal, también llegan las mantecas con las que, entre otras delicias, se elaboran los chicharrones, deliciosos bollos de harina y azúcar.
Recibida con alborozo, compartiendo chorizos, patatas y castañas asadas a las brasas, es el primer anuncio de una navidad llena de prosperidad y viandas. Que así sea