El edificio devorado por el fuego en Valencia se anunciaba como una construcción vanguardista. Su fachada, se aseguraba, estaba recubierta de un innovador material de aluminio llamado 'alucobond'.
Aunque desde el exterior se veía esa chapa de aluminio, sobre el muro de ladrillo había un revestimiento de poliuretano. Un material plástico que en contacto con el fuego gotea y provoca que las llamas se extiendan.
El arquitecto Ignacio Garrancho señala que, al ser un material inflamable, junto al material de la fachada, las llamas han provocado un efecto chimenea y esas gotas han producido que se propaguen las llamas en tiempo récord en forma vertical, tanto para arriba como para abajo.
El problema en el edificio de Valencia reside en que el material no estaba bien utilizado, porque quedaba a la intemperie. Si por el contrario, se utiliza en interior, es ignífugo y, por tanto, totalmente viable utilizarlo.
De cualquier forma, insisten expertos, las fachadas tienen que ser totalmente incombustibles y, ante catástrofes de estas características, se debe revisar la normativa.