El subsuelo extremeño atesora numerosos acuíferos. Reservorios de agua con hasta 3 millones de años. Algunos, antiguos lagos hundidos, que desde entonces, acumulan lo que ha llovido siglos. Son aguas fósiles y son clave contra la sequía.
Entre los acuíferos, destacan el que va de Navalmoral a Madrid, y otro en la zona del Alagón que abastece a Coria y Moraleja. También los hay en las vegas del Guadiana y en el entorno de Olivenza hacia el sureste de la región. Juegan un papel esencial contra la sequía; los hay en la mitad de nuestro territorio. Una proliferación propiciada por la gran variedad de tipos de rocas que tenemos aquí.
No es casualidad que marcas de agua mineral punteras, como Aquarel o Los Riscos, tengan sus embotelladoras en Extremadura. Aprovechan esa riqueza de acuíferos por la abundancia de rocas calizas y cuarcitas, las más permeables y que hacen que el agua sea muy pura, ha explicado a Canal Extremadura el hidrogeólogo Francisco Javier Fernández.
En la actual escasez de agua, los acuíferos redoblan su valor. En Alange hay buenas reservas de aguas termales. Eso compensa el bajo nivel de su pantano, al 14% de su capacidad. Las amenazas a estas reservas hídricas subterráneas son la sobreexplotación y la contaminación por los nitratos que se usan en la agricultura.
Los entornos de los grandes ríos albergan numerosos acuíferos, aunque toda la región es rica en ellos. Sería necesario, dice el experto, un recuento exacto de los que hay. El hidrogeólogo Juan Gil Montes destaca que el coste de realizar pozos, comparados con las presas, es mínimo, y se pueden poner en funcionamiento en un par de días. Igualmente, Gema Sánchez (también hidrogeóloga) apunta la posibilidad de combinar tanto aguas superficiales como subterráneas para combatir la sequía.
Los acuíferos más superficiales pueden llegar a secarse en un período prolongado sin lluvias. Los más profundos es difícil que se sequen. Por eso, la mayoría de los pozos que ahora se hacen tienen más de 100 metros de profundidad.