Vista desde fuera parece una puerta a medio abrir. Un arrepentimiento de los romanos que reformaron el teatro en el siglo V. Pero las fotos de 1910 dicen otra cosa. Estaba abierta cuando José Ramón Mélida y Maximiliano Macías excavaron el teatro. Era un acceso VIP que construyeron los propios romanos.
Según Carlos J. Morán, el arqueólogo del Instituto de Arqueología de Mérida (IAM) que ahora ha documentado e interpretado la puerta, "se trata de una especie de ambiente, de acceso cerrado, que estaría incluso rodeado de una cancela, siendo así mucho más restringido que el resto de accesos. Probablemente se abriría a gente importante porque da directamente a una de las tribunas del teatro". En concreto, a la tribuna de magistrados que está encima del párodos oeste (puerta lateral que da acceso a la orchestra): "se recortaron una serie de sillares para crear un pasillo de forma que va a dar acceso a la tribuna". Allí se sentaban instituciones y altos cargos. Normalmente, personalidades que costeaban los espectáculos.
Hay otra justo enfrente, encima del párodos este, pero cuya puerta no resulta extraña porque no se ve desde las caveas. Sin embargo, el acceso ahora documentado, aunque igual de funcional que el otro, rompía la estética clásica, como explica Morán:
"No cumplía los cánones que había marcado el arquitecto del Imperio, Vitrubio. Y José Ramón Mélida, que era un arqueólogo muy clásico y creía en esos cánones, terminaría tapándolo".
Es lo que explica que, en algunas de las fotografías de las excavaciones, aparezca abierto el acceso. Y en otras, sin embargo, ya cerrado.
Los arqueólogos posteriores se lo encontraron así y al descubrir la puerta desde fuera, pensaron que alguien se había arrepentido y que la había dejado a medio abrir. Hasta ahora.
Según interpreta Morán, la decisión de Mélida no fue baladí. Sabía perfectamente que ese acceso "extraño" no iba a pasar desapercibido y que iba a aparecer en muchas fotografías porque está justo encima de una pieza clave: el dintel de Agripa, cuya inscripción atestigua que fue él el cónsul romano que promovió la construcción del Teatro Romano de Mérida.
La caseta del libro de firmas: otro rincón que pasa desapercibido
Pero si José Ramón Mélida pensó en las fotos de los turistas, Maximiliano Macías, que era el arqueólogo local, fue más allá. Mandó construir una caseta para albergar el libro de firmas: "las primeras son de los años 40. Y reflejan perfectamente qué siente esa sociedad por el Teatro Romano: qué es lo que quieren, si quieren que haya gente que explique el monumento o no, la emoción que les ha causado, etcétera". La caseta tiene área de descanso, con bancos "y es el primer edificio turístico de la ciudad". Morán propone que se digitalice el libro, que está en Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, "y que la gente pueda buscar qué decían los turistas o incuso sus familiares, cuando visitaron el teatro".
La caseta, que está justo al lado de la terraza del Teatro durante el Festival, pasa tan desapercibida como la puerta VIP del monumento. Pero ambas están. Y son parte de la memoria colectiva y patrimonial de Extremadura que la arqueología se encarga siempre de rescatar. Y menos mal.