21 Abril 2025, 10:37
Actualizado 21 Abril 2025, 11:10

A lo largo de dos milenios de historia, más de 266 hombres han ocupado la silla de San Pedro, pero solo tres han guiado a la Iglesia Católica en el siglo XXI: Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. Cada uno, con sus particularidades, ha marcado profundamente la evolución del catolicismo frente a los retos de los tiempos modernos.

Juan Pablo II: el Papa del cambio global

Karol Wojtyla, conocido como Juan Pablo II, fue elegido en 1978 y se mantuvo como líder espiritual de la Iglesia hasta su muerte en 2005. De origen polaco, se convirtió en un símbolo de resistencia y renovación. Su pontificado de casi 27 años —el segundo más largo en la era moderna— estuvo caracterizado por una férrea defensa de los derechos humanos y un notable acercamiento a otras religiones. Pidió perdón en múltiples ocasiones por los errores históricos de la Iglesia, incluyendo la Inquisición, el comercio de esclavos y su silencio durante el Holocausto. Fue beatificado en 2011 y canonizado en 2014.

Benedicto XVI: el teólogo que renunció

Sucesor de Juan Pablo II, el alemán Joseph Ratzinger —Benedicto XVI— fue elegido en 2005. Su papado fue más breve, marcado por un firme conservadurismo teológico y litúrgico, en contraste con los vientos de apertura impulsados por su antecesor. Revivió tradiciones como la misa tridentina en latín y defendió con vehemencia la doctrina tradicional.

Sin embargo, su legado se vio empañado por escándalos de abuso sexual y corrupción financiera dentro de la Iglesia. En un gesto sin precedentes en más de seis siglos, Benedicto XVI renunció voluntariamente al pontificado en 2013, dejando atrás una vasta obra intelectual y teológica.

Francisco: el Papa de los márgenes

Jorge Mario Bergoglio, argentino de origen, fue elegido Papa el 13 de marzo de 2013. Con su elección, no solo se convirtió en el primer pontífice americano y jesuita, sino también en un símbolo de esperanza para muchos sectores marginados.

Desde el comienzo, Francisco se presentó como un líder humilde, cercano, con un estilo pastoral más que doctrinal. Bajo su papado, la Iglesia ha enfrentado una crisis de vocaciones, un creciente éxodo de fieles hacia las iglesias evangélicas, y nuevas exigencias de transparencia y modernización.

Promovió investigaciones sobre abusos, impulsó la participación de mujeres —incluyendo el histórico nombramiento de la primera "ministra" del Vaticano— y abogó sin descanso por la paz, especialmente en Ucrania y Gaza. Su papado también fue crítico con políticas migratorias restrictivas, como las promovidas durante el mandato de Donald Trump en EE.UU.