Cada año las cosechas de uva son más impredecibles. Detrás está el cambio climático que trae eventos meteorológicos cada vez más extremos. La Unión Europea ha pedido al sector del vino que se adapte a estos nuevos desafíos urgentes para no perder competitividad.
El cambio climático tiene ya efecto directo en el vino. Más graduación alcohólica y variaciones en el sabor y color, según los expertos. "Con el calor, en lugar de que haya una maduración de la uva, lo que se produce es una deshidratación, pierde humedad y gana azúcar y después grado alcohólico pero la uva no está madura... y eso lo que causa es rechazo por el consumidor", nos cuenta Manuel Álvarez, enólogo.
La poca variación térmica entre el día y la noche también tiene consecuencias. "Influye directamente sobre los antocianos que son los polifenoles responsables del color y del sabor. Hay menor producción, menos color y por otra parte, menos intensidad de sabor"
También ha provocado que las campañas se adelanten. Lo vemos en cooperativas como Santa María Magdalena, en Solana de los Barros, donde ahora trabajan a pleno rendimiento. "Ahora se empieza sobre el 22, 23 de agosto. En 40 años se ha adelantado un mes", explica su gerente, Juan José Lagal.
Al menos las condiciones meteorológicas han sido óptimas y han asegurado una buena campaña. "Este año ha llovido lo que no ha llovido el año anterior, y las noches han sido más frescas". El sector ya está tomando medidas para paliar los efectos de las altas temperaturas. "Estamos trabajando con una tecnología que se llama intercambio catiónico que lo que hace es que aporta acidez al vino pero respetando la acidez propia de la uva", relata el enólogo.
También se prueba con la producción de nuevas variedades de uva con poca acidez, como la portuguesa arinto, y que los vinos sean más equilibrados. Todo un reto que ahora afronta el sector.