Aunque oficialmente será en septiembre (concretamente el día 30) cuando tendrá lugar la efeméride, La Jayona celebra durante todo el verano con un amplio calendario de actividades, el 25 aniversario de su declaración como Monumento Natural de Extremadura.
Visitas teatralizadas, rutas nocturnas, conciertos, proyecciones, charlas, concursos fotográficos o de microrelatos, son algunas de las actividades organizadas con tal motivo a lo largo de las próximas semanas.
Ubicada en el término municipal de Fuente del Arco es uno de los cinco Monumentos Naturales de Extremadura. Gozan también de dicha consideración el Berrocal de la Data, Los Barruecos, la Cueva de Castañar de Ibor y las de Cuevas de Fuentes de León.
Esta explotación minera abandonada estuvo activa entre 1900 y 1921, y en ella llegaron a trabajar más de 400 personas. Hoy conforma un hábitat singular de indudable valor geo-ecológico, con las características propias de los roquedos verticalizados. Entre sus atractivos, desde su evidente calidad paisajística a los contrastes de luz o la posibilidad de observar la Sierra Morena de la que forma parte. En contraste con el exterior, las condiciones del interior son muy diferentes. Allí se da un microclima propio que da pie a una belleza natural espectacular y de gran valor faunístico. De hecho, dos de las especies de quirópteros cavernícolas más amenazadas a nivel estatal y regional, el murciélago mediano de herradura y el murciélago de herradura mediterráneo, encuentran allí refugio.
Durante las primeras décadas del siglo XX sus galerías trabajaron a pleno rendimiento. Pozos, socavones y galerías fueron dando forma a lo que hoy se presenta como un vaciado lleno de encanto. De allí se extrajeron más de 270.000 toneladas de hierro. Un trabajo que los mineros realizaban a pico y pala y que en los últimos años, combinaban con explosivos. Gracias a esta actividad, la repercusión económica y social en el entorno tuvo gran impacto. Tras el fin de la Primera Guerra mundial y la paulatina caída de la demanda, la falta de rentabilidad sumada a los conflictos sociales, propiciaron el cierre del yacimiento.
La declaración en 1997 como Monumento Natural de Extremadura supuso la culminación de su recuperación medioambiental y puso a disposición de todos los extremeños la responsabilidad y el privilegio de contar con un entorno natural privilegiado