La localidad pacense de Reina cuenta en estos momentos con menos de 150 vecinos censados, mientras que en los últimos "cinco años tan solo han nacido dos niños", una pérdida de población que la ha convertido en una de las localidades extremeñas "golpeadas por la despoblación".
Así lo ha explicado su alcalde, Francisco González Miranda, quien ha apuntado que en el municipio cuentan con una población "muy envejecida" y no quedan apenas servicios.
"Tan solo un bar, la farmacia y el centro médico durante unas horas", por lo que, a su juicio, las personas que decidan vivir en esta pequeña localidad de la Campiña Sur, tienen que optar por "teletrabajar", que les guste "vivir en tranquilidad" y apostar por "la naturaleza".
"En los últimos cinco años solo hemos tenido dos nacimientos y, aunque ha habido alguna familia que se ha empadronado, son los menos", ha argumentado el alcalde.
En declaraciones a Europa Press Televisión, González Miranda asegura que los vecinos de Reina piden "sentir a la gente" porque en estos pueblos "se vive muy bien" y, aunque "tengan que moverse un poquito" para acceder al resto de servicios, "hay de todo" en los alrededores, y es "triste" ver las casas del pueblo cerradas porque "unas saben que abrirán en agosto, y estamos encantados, pero otras no abrirán nunca más".
Además, el regidor ha lamentado que durante la pandemia, la gente buscaba la "tranquilidad" de los pueblos, pero han pasado "tres días" y se han olvidado "de todo".
"ANDANDO POR LOS RECUERDOS"
Por su parte, Mari Nieves Muñoz es una vecina de Reina que ha dicho que cuando pasea por el pueblo "va andando por los recuerdos" de cuando las casas estaban habitadas y "llenas de familias" porque es "deprimente" salir a la calle y no encontrarse "a nadie".
Además, ha resaltado que en el pueblo "solo hay un bar", pero no va mucha gente porque "no hay juventud", ya que salen a estudiar y "no vuelven" porque "no existen" oportunidades laborales, y "tampoco hay niños porque el colegio cerró", a lo que ha añadido que la última tienda echó el cierre "hace siete años" y, aunque reparten a domicilio "un par de días" a la semana, algunos productos básicos para las personas que no cuentan con coche para desplazarse, el resto de vecinos va a Llerena a hacer la compra.
"Creo que vamos asimiliando esto, unos bien y otros mal, yo lo llevo fatal porque la sensación que tengo cuando ando por el pueblo es muy triste", ha concluido Mari Nieves.