El diestro Julián López "El Juli" da una pase a un toro de la ganadería de Zaluendo, este sábado en la Feria de Olivenza, que celebra su 31 edición tras el parón de los dos años anteriores por la pandemia.
Julián López "El Juli" ha paseado el único trofeo del tercer festejo de feria en Olivenza, una tarde que no acabó de levantar el vuelo por el deslucido juego de los toros de Zalduendo y con los que tanto Morante de la Puebla como Emilio de Justo se fueron de vacío.
La corrida deslució el festejo, en algunos casos por la blandura de los toros, pero, sobre todo, por la mansedumbre y lo deslucido de algunos otros. Los toreros estuvieron por encima: Morante con detalles de la torería y regusto que atesora; El Juli por la maestría que es consustancial a su toreo; y Emilio de Justo por el arte y sentimiento con que se conduce en el ruedo.
La única oreja de la tarde se la cortó El Juli al segundo, un toro acucharado de cuerna, que metió bien la cara en el capote pero andaba justo de fuerzas. La faena fue modélica en cuanto a conocimiento y suavidad al correr la mano. Todo lo que hizo el torero fue a favor del toro, llevándolo a media altura y en línea, sin obligarlo, para terminar bajándole la mano. Dictó una lección de cómo mejorar a un toro. Estocada y oreja.
Hubiera cortado otra, lo que le habría supuesto la salida a hombros, si no hubiera fallado con la espada ante el quinto, manso y rajado al final. Fue éste un animal sin clase en el capote, pero al que El Juli, con suavidad en la muleta y dándole tiempos, lo llevó por abajo en series intensas, hasta que el astado se sintió podido y renunció a la pelea. Faena dual, con series ligadas y con un arrimón final.
Emilio de Justo malogró con la espada la faena de la tarde, que fue la que hizo al tercero. Toro que blandeó y al que fue sobando De Justo para rematar los lances con una espléndida media verónica. Toro un punto regordío, claudicante y ya en banderillas se fue a su querencia de chiqueros.
Precioso inicio de faena de Emilio de Justo con la rodilla genuflexa y rematando los muletazos por arriba. En el tercio lo llevó después a media altura con limpieza, muy compuesta la figura. Por ambos pitones, poco a poco el cacereño le fue bajando la mano. Era el milagro del temple que había mejorado a un toro que, ya cuando llevaba varias series, hizo intención de rajarse, aunque el torero lo sujetó hasta que ya no tuvo más remedio que torear en terreno de tablas. Faena de arte y sentimiento, de buen concepto y mejor ejecución.
El sobrero sexto fue todo un dechado de mansedumbre, rehuía la pelea y el torero no pudo lucir.
Malo de verdad fue el lote de Morante de la Puebla. Abrevió ante el manso que abrió el festejo, que se desentendía del engaño.
Al sobrero lidiado en cuarto lugar, de muy sosa condición, Morante le hizo una faena plena de detalles. Muy bello el inicio de faena por ayudados por alto cimbreando la cintura, con el remate a dos manos por abajo. Le alegraba con la voz porque al animal le costaba desplazarse y le dejaba la muleta puesta. Faena larga en la que resultó primoroso el toreo a dos manos, mal rematada con la espada.