La localidad cacereña de Mirabel, de unos 670 habitantes, se ha quedado sin oficina bancaria. El pasado mes de diciembre, Liberbank decidía echar el cierre a esta oficina. Los vecinos se enteraron de la noticia, de un día para otro, a través de un cartel que, todavía, está presente en la puerta del local ocupado por la entidad.
Desde entonces, para poder sacar dinero en efectivo desde sus cartillas, los vecinos deben desplazarse hasta Serradilla, a unos 11 kilómetros. Incluso, aseguran, el cajero se queda constantemente sin efectivo, obligándoles, también, a ir a la localidad vecina.
Un trayecto que, pese a parecer corto, a algunos vecinos les es imposible hacer. Como por ejemplo a Úrsula, que regenta una tienda de ultramarinos. Por culpa de sus horarios, muchas veces le es imposible desplazarse para obtener efectivo. Nos cuenta que, algunos días, son los propios vecinos quienes "rompen sus huchas para llevarles el cambio".
Otros vecinos, directamente no disponen de tarjetas de crédito para hacer el pago o, incluso, tienen que pagar altas comisiones por sacar dinero de otros bancos o para pagar recibos.
Un problema con difícil solución
Mirabel es uno de tantos pueblos que han visto cómo sus entidades bancarias cierran sus puertas. Un síntoma más de la 'España vaciada' y que no tiene fácil solución. Según asegura Roberto Serrano, de la Unión de Consumidores, no existe ninguna normativa que obligue a los bancos a disponer de cajeros cerca de sus clientes ni tampoco existe regulación para determinar a cuánta distancia debe estar una población de una sucursal.
Quienes más lo sufren son las personas mayores o aquellas que no tienen conocimiento tecnológico. Roberto Serrano asegura que el Banco de España investiga cómo mejorar los servicios bancarios para estas personas. Personas, añade, que se sienten maltratadas y apartadas por culpa del proceso de digitalización de la banca.