"¡Hola, me llamo Edipo, y la historia de mi vida no es una historia, es una amenaza o mejor dicho: una pesadilla!", chilla angustiado Edipo. Al principio cree estar dentro de un mal sueño, un horrible dejavù del que no consigue despertar. "Vuelve al lugar de la tragedia y empieza a dudar si está viviendo esto por primera vez o lo ha vivido ya muchas veces y está atrapado en una pesadilla de la que no puede salir", explica el autor de la obra. Paco Bezerra es almeriense, tiene 43 años y esta es su segunda vez en Mérida. Antes que con 'Edipo' vino en 2018 con 'Fedra'. También una heroína renovada por su varita mágica.
"Como autor te puedes quedar en el lado más cómodo haciendo, quiero decir: quitando un personaje, sustituyendo unas líneas, arreglando algunas comas o quitando algunos parlamentos". Pero él prefirió 'liarse la manta a la cabeza' a lo Jean Cocteau en 'La máquina infernal' y "escribir un Edipo original. Volver a escribir el mito de otra manera. Simplemente es tener la valentía, el atrevimiento y saber aprovechar la oportunidad de poder escribir tu propio Edipo". Al fin y al cabo fue también lo que hizo Sófocles. Y luego Séneca.
"Como autor te puedes quedar en el lado más cómodo o escribir tu propio Edipo"
De todas las preguntas que durante 2.400 años nos ha hecho Edipo, para construir su texto Paco Bezerra ha elegido esta: ¿quién eres? "¡Hola, me llamo Edipo y maté a mi padre! ¡Hola, me llamo Edipo y forniqué con mi madre!", grita desde el centro de la escena un hombre de inmaculado blanco con un yelmo en la cabeza. Nada puede ver, está ciego, pero al fin sabe quién es. 'Conócete a ti mismo', reza en el pórtico de Delfos.
El dramaturgo ha huido de los textos clásicos en busca de un Edipo original y contemporáneo a pesar de su eterno dilema. "Es una aventura. Hay gente que la asume y utiliza la vida para conocerse y hay otra gente que utiliza la vida para todo lo contrario, para desconocerse", dice Bezerra y continúa explicando: "la ceguera es una metáfora de que cuando creemos que vemos es cuando estamos más ciegos, y posiblemente, cuando estamos ciegos y no vemos físicamente, es cuando encontramos la verdad".
"Sobre todo hay que aceptar que, a la par que horrible, la mayoría de las veces la vida es atroz y perversa. Tan perversa que en ocasiones parece una broma de mal gusto porque un día, para nuestra sorpresa, descubrimos que no por ser inocentes dejamos de ser culpables, que no por ser víctimas dejamos de ser verdugos y que no por ser la presa dejamos de ser el cazador"