Giulio Romano. "Los amantes", 1525. Óleo sobre panel, 163 x 337 cm. Museo Hermitage, San Petersburgo
Plauto nos dio una palabra, "sosias", doble, persona que se parece mucho a otra. 'Anfitrión' va de enredos. De enredos entre dioses que quieren hacer lo que les venga en gana, claro está, cuando lo que les venga en gana significa violar, como le pasó a Medusa con Poseidón, si me rechazas te transformaré en monstruo; como hizo Zeus con Leda.
"¿Una comedia? ¿Quién dice que Anfitrión es una comedia”, enarcaba una ceja Calixto Bieito al hablar de su versión de la obra, la de Molière y no la de Plauto. Anfitrión, hijo de Alceo, rey de Tirinto, y de Astidamía, reina de Yolco, ciudad de Tesalia, Grecia. Anfitrión, prometido de Alcmena, hija de Electrión, rey de Micenas, al que le matan a los hijos en una incursión de Pterelao, su sobrino, aspirante al trono. Alcmena, que jura no entregarse a su futuro marido hasta que no vengue a sus hermanos.
¿Les hemos liado? Plauto nos legó otra palabra: anfitrión.
Zeus se encapricha con Alcmena como antes se encaprichó con... Elara, Ío, Europa, Dánae, Calisto, Pluto, Talía y Ganímedes, amén de muchos otros y otras. Adopta la forma de Anfitrión, le ordena al Sol que no salga durante tres días para poder amarla a su antojo durante todo ese tiempo (al fin y al cabo, es un dios incansable) y de esa unión nacerá Heracles (Hércules). Se descubre el pastel y luego tendrá otro hijo (Ificles) con su legítimo esposo. Ese legítimo esposo que quiere quemar viva a Alcmena, porque para qué vas a culpar a un dios pudiendo culpar a una mujer. Al fin y al cabo, la mujer no es nada.
Cuánto han dado de sí los cuernos de los dioses en la historia.
Y qué mal paradas han estado las mujeres.
En la esclavitud hay muchas iniquidades, dice Plauto, que usaba la comedia para criticar aspectos sociales, porque el humor ancla mucho más que las solemnidades. Y así, podemos reflexionar sobre la suplantación de personalidad, el amor, la venganza o cómo sería si alguien nos mostrara en un espejo.
En eso se va a basar Juan Carlos Rubio, que se pregunta: "¿Qué son las redes sociales, tan en boga hoy en día, más que un desesperado intento por observarnos desde fuera, darle forma a nuestro propio ser y mostrarnos (con filtros) al mundo y, por extensión, a nosotros mismos? ¿Necesitamos vernos para creernos? ¿Somos víctimas de nuestra propia imagen y semejanza? Quizá sí. Pero, tranquilos, tampoco es nada nuevo. Todo esto ya lo sabía Molière desde mucho antes que Instagram nos atrapara en sus seductores brazos".
Al fin y al cabo, ¿qué es el teatro, sino un reflejo en un espejo?