Baja Cayo Marcio por las rampas que ha diseñado Paco Azorín y que sitúan los lugares de la historia: Roma, Anzio y el Senado de Roma. Están colocadas entre el proscenio y la orchestra. Se acerca Roberto Enríquez mucho al público. El público es Roma. Les cuenta que ha vencido en Corioles. Y les llama cobardes: "¡Vergüenza de Roma, almas de gallina!"
Shakespeare tomó de Plutarco al personaje y lo describió como un noble militar pero también como un aborrecible clasista que detesta a la plebe. Y que odia a su archienemigo, su antagonista y líder del ejército volsco, Aufidio, encarnado por Javier Lara. Cuatro minutos dura el duelo entre ambos, gladius contra gladius, coreografiado por el maestro de armas y de esgrima, Jesús Esperanza. Es la violencia propia de Shakespeare. Y es el texto de Shakespeare. En muchas escenas, con épicas declamaciones de Roberto Enríquez: "esta sangre que me cubre no es mía" y de Javier Lara: "ahora solamente quiero destrozarlo de cualquier modo".
El dramaturgo inglés dibujó enemigos íntimos y envidias profundas, pero también amistades reconfortantes, y una madre que presiona y sobrecoge, encarnada en esta propuesta por Carmen Conesa. Volumnia compara el valor de su nieto con el de su hijo Cayo Marcio Coroliano, en la estremecedora escena del relato de la mariposa: "la agarró entre los dientes y la destrozó".
Enchaquetados y encorbatados, los tribunos de la plebe beben alcohol y hacen tragar su demagogia al pueblo: "es hambre de pan, no sed de venganza". Y la plebe, que es el público se convierte en turba. Quienes les incendia (Beatriz Melgares, debutante en Mérida, que encarna también al lugarteniente de Aufidio) parece un grupo de incendiarios como los que incendian tantas manifestaciones: "¡trigo, trigo, trigo!".
María Ordoñez canta La llorona que popularizó Chavela Vargas y que habla de campos santos. La actriz y cantante es Virgilia, esposa de Coriolano, que quiere disuadir a su suegra de mandarle a la guerra y de que sea político. Pero no es la única en entonar canciones. En algunas escenas, también Carmen Conesa y Roberto Enríquez lo hacen.
Y aunque, en el estreno, hubo algunos problemas de sonido, sí resonaron las sirenas, los ruidos de tambores y los aviones de guerra que simulan sobrevolar la escena. Podría ser Gaza. Ucrania. O Sudán, que también existe.
Shakespeare dialogaba con el pasado romano desde su presente. Antonio Simón dialoga con Shakespeare desde el nuestro. Resuena la contemporaneidad de los conflictos infinitos.