Agentes de la Policía Nacional y de la Guardia Civil, han desarticulado un grupo criminal itinerante y altamente especializado al que se le atribuyen 13 asaltos a entidades bancarias en las provincias de Badajoz, Navarra, Cantabria, Castellón, Alicante, Burgos, Ciudad Real, Córdoba, Zamora y Valencia, en los que habían robado más de 400.000 euros.
Han sido detenidas nueve personas y se han llevado a cabo registros en once domicilios y siete garajes, en los que se han intervenido más de 100.000 euros, tres armas de fuego, inhibidores y localizadores de frecuencia, herramientas para cometer los robos y cinco vehículos de alta gama.
La investigación se inició en noviembre de 2024, con la comisión de dos robos graves en entidades bancarias en Cabanillas y Barásoain, en la provincia de Navarra. Durante los hechos sustrajeron unos 124.000 euros de la caja fuerte y causaron numerosos daños en las sucursales. Posteriormente, explica en una nota la Policía, asaltaron otras entidades bancarias en distintas provincias con un método similar.
Los agentes detectaron que los asaltantes tenían una alta preparación técnica y que seguían un esquema común durante la planificación de sus acciones delictivas. El grupo criminal elegía siempre bancos situados en poblaciones pequeñas y con vías de escape rápidas, causando una elevada alarma social.
Colocaban cámaras de vigilancia portátiles
Para preparar el robo, colocaban cámaras de vigilancia portátiles, con tecnología de transmisión 4G en tiempo real, en las inmediaciones de la entidad bancaria para controlar la llegada de las fuerzas de seguridad que pudieran frustrar su asalto.
Una vez que tenían asegurada la zona, cortaban el cable de comunicación físico de la alarma de la sucursal y cambiaban el bombín de la puerta principal, lo que provocaba el salto de la misma, momento en el que se ocultaban hasta que llegara personal de seguridad a realizar la comprobación.
Tras las verificaciones, visualizadas por los investigados a través de las cámaras, accedían a la entidad con la nueva llave, inhibiendo al mismo tiempo los sistemas de alarma con el fin de evitar una conexión inalámbrica y destruyendo los medios de grabación.
Una vez en el interior de los bancos atacaban la caja fuerte mediante el uso de pinzas hidráulicas profesionales o de radiales para sustraer el efectivo y abandonaban el lugar rociando la sucursal con productos de limpieza o extintores para intentar eliminar los posibles restos biológicos.
Especialistas en conducción y apertura de cajas fuertes
Los líderes de la organización criminal elegían para los asaltos a un número determinado de entre seis y ocho personas, entre los que contaban con especialistas en conducción y en apertura de cajas fuertes altamente profesionalizados. También contaban con personas encargadas de la preparación de herramientas y material empleado en los robos.
Los autores de los hechos dedicados a la conducción utilizaban vehículos de alta gama, previamente robados y con matrículas “dobladas”, que escondían en lugares de seguridad como garajes tipo “box”, naves o fincas aisladas.
Los utilizaban hasta que los creían “quemados”, todo ello con el fin de no ser identificados y evitar una posible investigación. Posteriormente, una vez que consideraban que podrían haber sido detectados por los investigadores, los despiezaban y vendían en el mercado negro.
Antes de cometer los robos establecían una base de operaciones en la misma zona donde iban a llevar a cabo el asalto, trasladándose desde sus domicilios hasta viviendas rurales de alquiler donde ocultaban los vehículos que iban a emplear, y en las que se repartían el botín antes de regresar a sus residencias habituales.