El agua, fuente de vida, es un recurso cada vez más escaso. Este año los embalses extremeños están a una tercera parte de su capacidad y siguen bajando tras el inicio de las campañas de riego. No es un caso aislado porque "el número y la duración de las sequías han aumentado un 29% desde el año 2000 en todo el mundo, y cada vez hay menos agua disponible", según explica Julia Martínez, Directora Técnica de la Fundación Nueva Cultura del Agua. Menos cantidad y de peor calidad, consecuencia del cambio climático.
"Un panorama que se agravará si no se hacen cambios en la política de gestión de aguas para garantizarla para consumo humano", asegura. Por ejemplo, cerrar los pozos ilegales que sobreexplotan las reservas hídricas subterráneas y acabar con los regadíos en aquellas zonas en las que no haya agua suficiente para mantenerlos.
Regadíos y ganadería super-intensiva que consumen el 80 por ciento del agua disponible en nuestro país. Mientras, la industria emplea un 6 por ciento. El 14 por ciento restante sale por los grifos de los hogares en pueblos y ciudades.