Si van a ver 'El Regalo de Zeus', sepan que el Teatro Romano se convertirá en toda una clase de mitología. Y en una pista de circo. Podrán, de hecho, ver el parto de una Atenea que aquí es equilibrista (Cira Cabases). La diosa de la sabiduría nació, dice el mito, de la cabeza de Zeus (Juan Meseguer, cuarta vez en el Festival). Y Albadulake, con Ángeles Vázquez y Antonio Moreno, se las ha ingeniado para que el golpe de Hefesto (Mike Dosperillas) sea certero y la guía de los navegantes y protectora de las hilanderas nazca de pie.
También salta a la scaena, con hula hoops, Pandora (Sandra Susana Carrasco). El mito cuenta que es la primera mujer: el 'El Regalo de Zeus' al hombre, con todo tipo de dones, como el de la elocuencia, del que la dotó el dios Hermes (Alberto Puerto). Un regalo envenenado porque, ya saben, abrió una caja que contenía todos los males de la humanidad.
Pero esta Pandora no es la del mito, es la que lo cambia. Y lo hace a través del texto de Concha Rodríguez, directora de 'La Estampa Teatro'. Esa Pandora de circo desvela que no fue ella: que fue Epimeteo, el hermano de Prometeo a quien ella fue otorgada como regalo, quien abrió la dichosa caja.
Quien encarna ese empeño en cambiar el relato que nos ha llegado a través de la mitología es sobre la scaena Talía, la musa de la Comedia. Convencida de que el mundo es más trágico y desigual de lo que debiera, se encarga de mostrar a una pareja de humanos, Pirra (Raquel Bravo) y Deucalión (Pablo Mejías), la verdad: "¡cuánto bulo!", exclama Enma Ozores, en su tercera vez en el Festival.
Ella quiere proteger a los hombres de la furia de su padre Zeus y del tono trágico de su hermana Melpómene (María José Mangas), la musa de la Tragedia. Unos hombres (Jorge Safer, Daniel "Sifer" danzan en su particular máquina de la creación) que Prometo (Sandro Cordero) fabrica en una máquina industrial mientras que Epimeteo (Rubén Torres) crea los animales, a través de imágenes proyectadas sobre el frente escénico: es el videomapping de Carlos Lucas, PupitaenlaMente, que hace que la Ceres del Teatro Romano tan pronto divise águilas, pulpos o cabras... como que vea sus columnas convertirse en oro cuando la scaena quiere ser el Olimpo de Zeus.
Un Zeus que, por cierto, castiga el hígado a Prometeo por robar el fuego para el hombre sin renunciar al águila del mito. Pero esta vez es "una águila": rubia, fresca y 100x100 malta .