Fue en el año 1920 cuando un niño que ayudaba a sus tíos a recoger tierra para hacer tejas encontró el tesoro de Aliseda, un patrimonio que permaneció oculto durante 27 siglos y que fue tasado en unas 17.000 pesetas de las que sus descubridores recibieron la mitad.
Los dueños del tejar vendieron una parte del hallazgo a un relojero de Cáceres, pero la justicia incautó las piezas que fueron compradas.
Sobre su origen se cree que puso ser escondido para evitar robos o problemas políticos y aunque no se descarta que fuera un ajuar funerario, lo cierto es que nunca aparecieron huesos en los alrededores. El ayuntamiento de la localidad quiere que se pongan en marcha nuevas excavaciones pues creen que parte de ese tesoro permanece aún bajo tierra.
Ese patrimonio, que ahora se encuentra expuesto en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, se atribuye a la etapa de esplendor de los Tartessos. Entre los objetos encontrados hay piezas de importación fenicia como jarras de vidrio o uno de los escarabeos más antiguos de la Península Ibérica.
Junto a esas piezas también hay otras del taller extremeño que aprendió las técnicas fenicias del granulado, la soldadura y la filigrana. Destaca una diadema por ser considerada una auténtica obra maestra de la orfebrería de oro que en antaño lucía con el color azul de las turquesas y el esmalte bermellón.