El gobierno aumenta las ayudas a las farmacias rurales en un 17'5 para garantizar su sostenibilidad y funcionamiento. En Extremadura 400 y casi la mitad está en pueblos de menos de 1.000 habitantes como la que regenta, desde hace 25 años, Mª José Duchel en Santa Cruz de la Sierra, en la provincia de Cáceres. "Muchas gente no puede valerse sola y tenemos que llevarles medicación", nos explica. Aunque, a menudo, su servicio al público va más allá de vender pastillas. "También quieren que les escuchemos. Hacemos de psicólogos muchas veces"
En El Carrascalejo no hay farmacia. Para comprar medicamentos sus veinte habitantes deben desplazarse cuatro kilómetros hasta la más cercana. Está en Aljucén, pero sólo abre por la mañana. Así que, si la urgencia es por la tarde, hay que ir a Mérida o a Mirandilla. Un problema menor para quien tenga coche, pero "las personas mayores dependen de sus familiares de alguien que les lleve", nos cuenta uno de los vecinos.
La botica de Pedro Jesús Massa en Mirandilla atiende las necesidades de las localidades de alrededor y por las tardes y los fines de semana es el único agente sanitario en zona. "No tenemos médico por la tarde ni enfermero, tampoco los fines de semana. Así que para cualquier cosa acuden a la farmacia", asegura. De ahí la importancia de mantener las farmacias rurales, que cumplen una importante función social y asistencial. "Las farmacias tenemos muy claro que vamos a seguir prestando asistencia dentro de estos pueblos, que vamos a seguir siendo un punto de atención sanitaria y de atención social", subraya el presidente del colegio de farmacéutico Cecilio Venegas. Para garantizarlo en gobierno ha aumentado un 17 y medio por ciento las ayudas para las oficinas con la viabilidad económica comprometida. En Extremadura son 24.