La Organización de Consumidores de Extremadura denuncia, tras analizar más de 100 productos alimenticios 'caseros, artesanos y tradicionales', fraude. Una estafa que se produce cuando los ingredientes socavan la autenticidad de los productos: bien porque se falsea el origen, sus características biológicas y de calidad o directamente se miente en el etiquetado.
Se entiende que un producto casero, artesano o tradicional no debe tener en sus ingredientes ningún tipo de sustancia que aumente el sabor o que ayude a la conservación del alimento. Tras comprobar más de una centena de productos alimenticios con esos sobrenombres, lo primero que nos recomiendan desde la UCE, su técnica Laly Bermejo, es leer con atención la letra pequeña.
Leer la letra pequeña de los contratos. En el caso de los productos de alimentación es la lista de ingredientes. Es lo que realmente me va a decir a mí como consumidora las características de ese producto. Si lleva conservantes, estabilizantes o productos añadidos.
Y es que, el fraude alimentario sólo busca un fin: el económico. Vender, aunque sea falso lo que se vende. Esta estafa que se da tanto en la producción como en la comercialización deliberada de esos alimentos, que no responden a lo que promocionan y que, además, podrían afectar la salud de quien los consume. Por eso, desde UCE, han solicitado una regulación que obligue a los fabricantes a cumplir lo que publicitan.
No existe ni en la Unión Europea ni en España ninguna regulación normativa que obligue a que los productores de este tipo de alimentos cumplan con aquello que publicitan. Solamente existen para el caso del yogur, el café, el agua mineral y las conservas.
Entre los aportes industriales para dar durabilidad al producto y una mejor forma, color u olor... nos encontramos conservantes como el sorbato potásico, el ácido sórbico... estabilizadores como el difosfato disódico... aditivos sintéticos como los colorantes, emulgentes o correctores de la acidez.