El ictus afecta a unas 180 personas por cada 100.000 habitantes. Sólo el año pasado se registraron en nuestra comunidad más de 2.300 casos.
Alrededor del 30% de los afectados por el infarto cerebral fallecen, y otro 30% sufre secuelas en la movilidad o el lenguaje, que se pueden recuperar con una rehabilitación precoz e intensiva.
El caso de Jacinto
Jacinto Fernández sufrió un ictus hace 11 años, cuando tenía 62. Un fortísimo dolor de cabeza activó las alarmas y su mujer lo llevó al hospital más cercano de casa.
"El cirujano que me operó esa tarde me dijo: si decides ir al Infanta, te quedas en el coche"
Actuar lo antes posible es clave para detener las secuelas del infarto cerebral, pero para eso es necesario saber identificar los síntomas, que llegan siempre de forma brusca.
"Queremos decir una palabra y no nos sale, o perdemos fuerza en una extremidad, alteración en el equilibrio..."
El SES tiene un Código Ictus para agilizar la intervención hospitalaria. Pero una vez intervenido, el paciente comienza un duro proceso de rehabilitación para intentar recuperarse de las secuelas provocadas por el ictus. Desde el aparato locomotor al lenguaje y el sistema cognitivo, quizá el que pasa más desapercibido si los síntomas son leves.
"Está menos participativo, tiene fallos de memoria... Cuando todos esos síntomas son sutiles, no se les da trascendencia y estamos perdiendo la oportunidad de recuperar a nivel cognitivo"
Porque con una rehabilitación precoz e intensiva, es posible a veces recuperar la autonomía que se tenía antes del ictus...
"Me ayuda a llevar una vida normal, puedo conducir, jardinear en casa..."
Aunque la mejor forma de evitar un ictus es la prevención, con controles rutinarios de tensión, azúcar o colesterol, junto al ejercicio y una dieta saludable.