Navalvillar de Pela se prepara para su gran día y es que la celebración de La Encamisá, reúne cada año a unas 12.000 personas en honor a San Antón. La fiesta busca dar un paso más y lograr que las mantas de madroños y los gorros puntiagudos sean declarados Bien de Interés Cultural (BIC).
Cada año los vecinos desempolvan estas joyas textiles, cargadas de historia y tradición. Según cuenta la leyenda, los vecinos de la localidad usaron estos gorros con un palo para proyectar sombras gigantescas con la luz de las hogueras, lo que hizo huir a los invasores árabes al confundirlos con gigantes.
Artesanía con historia
Más allá de la leyenda, son auténticas obras de arte que requieren un trabajo minucioso y dedicado. Guadalupe Granjo, artesana local, explica: “Hacer una manta puede llevar casi un año. Los madroños se tejen en torno a un círculo, cada manta puede costar hasta 6.000 euros.” . El proceso es muy laborioso, además, los bordados se realizan de forma artesanal en telares, preservando técnicas tradicionales.
Reconocimiento cultural
Desde la Cofradía de San Antón, en colaboración con el Ayuntamiento, han iniciado los trámites para que estas piezas sean reconocidas como Bien de Interés Cultural. Según Eugenio Díaz, mayordomo de la cofradía, este distintivo “sería un punto a nuestro favor y para reconocer el labor de las artesanas. Además sería la primera fiesta en Extremadura en la que se declararía Bien de Interés Cultural, una labor textil". Mientras esperan con ilusión el reconocimiento, los vecinos cuentan las horas para vivir su día grande.
¡Viva San Antón!