Cuando se apaguen las pavesas del incendio que está afectando a Las Hurdes y la Sierra de Gata será el momento de cuantificar las hectáreas arrasadas y todo el daño que ha causado.
Muchos se preguntarán qué se hace con las muchas toneladas de madera quemada que es en lo que se han convertido los miles de árboles que han ardido.
Las ramas más resistentes se suelen aprovechar para hacer taludes que detengan la erosión del suelo desnudo, una vez que caigan las primeras lluvias. Es la manera más rápida y natural de luchar contra el arrastre de barros, lodos y cenizas que acabarían en los cauces, gargantas y torrenteras de esas poblaciones, a muy pocas semanas del verano.
Biomasa y tableros
En cuanto a la venta de esa madera quemada, la normativa regional es clara. La Junta de Extremadura es la única administración que tiene potestad para autorizarla. Y a un precio que es como poco un 25 % menor que el de la madera en verde.
Dependiendo de su afectación, podrá tener una salida u otra. Pero mayoritariamente los árboles maderables que se han calcinado acaban convertidos en virutas de biomasa que alimentarán las calderas de calefacción.
Otra utilidad es convertirlos en partículas con los que se confeccionarán tableros y que podrán usarlos las industrias del mueble, aunque con limitaciones ya que no son de primera calidad.
Tanto en uno como en otro proceso tienen una presencia destacada las empresas portuguesas, que suelen pagar algo más por esos lotes que los aserraderos salmantinos, ya que en el norte cacereño no existen estos negocios.
Según la legislación autonómica, los beneficios obtenidos por esa madera quemada han de revertir en la zona del incendio y siempre que esos ingresos se utilicen para la reforestación.
Por lo tanto, se vuelve a repetir ese mantra de que tras un fuego, nadie gana y todos perdemos.