Extremadura ha reducido ligeramente su tasa de pobreza en el último año, según el indicador AROPE, que mide el riesgo de exclusión social. El índice ha bajado cuatro décimas, situándose en el 32,4%, lo que equivale a 340.000 personas afectadas. A pesar del descenso, la comunidad sigue siendo la tercera con mayor tasa de pobreza en España, solo por detrás de Andalucía y Castilla-La Mancha.
El indicador AROPE contempla tres dimensiones: riesgo de pobreza, privación material y social severa, y baja intensidad de empleo en los hogares. Extremadura presenta cifras preocupantes en todas ellas. El 27,5% de la población está en situación de pobreza, y el 9,3% en pobreza severa. Además, el 10% de los hogares extremeños tienen baja intensidad laboral, siendo la tercera región con peor dato en este aspecto.
La situación se agrava en determinados colectivos. El 35,3% de los menores están en riesgo de pobreza, diez puntos más que hace un año. Entre los mayores, el 21,4% viven en situación de pobreza, y cuatro de cada diez pensiones no alcanzan el umbral mínimo. En cuanto a la vivienda, el 38,3% de quienes viven de alquiler están en pobreza, y el 15% en pobreza extrema.
La presidenta de la Fundación Ruy López, Ana Macías, ha destacado que los datos son especialmente duros para las mujeres, mientras que el presidente de la Red Extremeña contra la Pobreza y la Exclusión Social, Sebastián González, considera que la bajada del AROPE es “insuficiente” y reclama una política fiscal más justa.
Otros indicadores reflejan la precariedad: el 18% de la población no puede calentar su casa, el 38% no puede afrontar imprevistos, y casi la mitad tiene dificultades para llegar a fin de mes. Además, el 10% más rico gana 7,3 veces más que el 10% más pobre. Sin las prestaciones públicas, la pobreza en Extremadura se dispararía hasta el 52,7%.
Las entidades sociales insisten en que la pobreza puede revertirse, pero para ello es necesario un compromiso político firme y medidas que garanticen la equidad y la protección de los más vulnerables.