Extremadura ha perdido más de 50.000 residentes en la última década. La región cuenta con una población de un millón cincuenta mil habitantes, con tendencia a la baja. Sobre todo en la provincia de Cáceres, que ha perdido casi un siete por ciento de sus habitantes, el doble que Badajoz.
Los pueblos que resisten son los que están a pocos kilómetros de grandes centros urbanos. Sierra de Fuentes es un ejemplo; a apenas 14 kilómetros de Cáceres, acaba de superar los dos mil habitantes y gana población año tras años. "Me vine de Cataluña y aquí estoy encantado", nos cuenta un vecino. Entre las claves, la cercanía de la capital provincial: muchos de sus vecinos trabajan en la capital, con los servicios de una gran ciudad y toda la tranquilidad y el encanto de un pueblo.
En el anverso de la moneda, otras localidades como Descargamaría. Solo en lo que va de siglo ha pasado de 270 a 107 habitantes. "No hay trabajo y el campo ya no interesa", explica una vecina. "La gente se ha hecho mayor e incluso tienen que venir familiares porque muchos ya no son autosuficientes", lamenta otro.
Ocho de cada diez municipios de la provincia cacereña comparten este triste horizonte demográfico con esta villa sierragatina. 22 están ya por debajo de los 200 habitantes. La orografía está detrás de parte de esos problemas: "La provincia de Cáceres cuenta con una serie de comarcas montañosas, serranas, donde los municipios tienen un tamaño muy pequeño, y donde los problemas de envejecimiento, desnatalidad y desfecundidad son especialmente graves", analiza el profesor de Ciencias del Territorio de la Universidad de Extremadura, Antonio Pérez Díaz. En el caso de Badajoz, el tamaño de los municipios es bastante mayor, una de las claves de que soporten mejor las tensiones demográficas.