¿Cómo han cambiado nuestros hábitos alimentarios tras la pandemia, la llegada del teletrabajo o la crisis económica? Un informe del Instituto Universitario CEU 'Alimentación y Sociedad', junto a la Fundación Mapfre deja varias conclusiones.
Productos frescos
La principal y más evidente es que, a menores ingresos, peor alimentación. Aquellas personas cuya situación económica ha empeorado, buscan los productos de menor precio y consumen menos frutas, verduras, carne o pescado. Una alimentación sana que sí practican aquellos que teletrabajan: dedican más tiempo a cocinar, consumen menos fritos y alimentos precocinados y más frutas y verduras. Frutas y verduras que, en general, cada vez compramos más en supermercados, y menos en nuestras tiendas de barrio.
Alimentación silenciosa
Entre los jóvenes, están cambiando los hábitos. La alimentación silenciosa consiste en comer solos, delante de una pantalla, ya sea un móvil o una televisión. Cada vez son más, y su porcentaje ya supera a quienes comen o cenan sentados, conversando o prestando atención a la comida. De hecho, del estudio se desprende que, cada vez son más los jóvenes de entre 18 y 30 años, que comen de pie, mientras que quienes tienen más de 31 años, se sienten con regularidad a la mesa.
¿En qué nos fijamos primero?
La fecha de caducidad y el precio son los primeros elementos en los que nos fijamos, según datos del informe. Tras ello, miramos si se trata o no de productos saludables, siendo el origen de los productos uno de los factores a los que menos importancia le damos.
En cuanto a la sostenibilidad, está aumentando la concienciación. Cada vez, son más personas las que optan por reciclar envases y también por evitar el desperdicio de comida, guardando las sobras de comidas anteriores o preparando recetas de aprovechamiento. Otra opción que aumenta es la planificación de las compras para evitar esos desperdicios posteriores.