"Rotundamente, no, no es normal". Es la respuesta contundente de los psicólogos especializados en pacientes infantiles y juveniles a este tipo de agresiones con connotaciones sexuales en edades tan tempranas, como las conocidas esta misma semana en Montijo.
Nos dicen que detrás de este tipo de conductas hay que buscar siempre un porqué, según los psicólogos clínicos. Hemos consultado estos casos y estos patrones a dos de ellos. Patricia Morales y Alberto Blanco, coinciden en que tras estas agresiones puede haber un sin fin de motivos que hay que analizar en profundidad.
El entorno familiar es el principal donde se desarrollan los comportamientos y conductas de los menores en edad temprana. Dice Alberto Blanco "que no es algo genético si no que se adquiere", por eso hay que indagar y bucear dónde y por qué se ha imitado ese comportamiento. También si "el agresor ha sido primero víctima de algún abuso previo", como nos remarca Patricia Morales.
Síntomas claros y alarmas
Los psicólogos nos cuentan que "hay síntomas claros que evidencian comportamientos de este tipo, tanto por la parte de las víctimas como de los agresores".
En el caso de las víctimas suelen comportarse de forma distinta a lo habitual: más irascible, triste o nerviosa y es muy normal que empeore sus resultados escolares. Muy atentos también a posibles lesiones físicas.
En el lado de niños agresores, suele darse un perfil muy frecuente de "líderes", aunque los profesionales sanitarios nos advierten que pueden ser positivos pero también negativos. Y advierten de este polo opuesto a los padres y madres que pueden ver cómo sus hijos tienen conductas disruptivas, más agresivas, que les cuesta convivir y acatar normas y límites.
Para ello, insisten, la educación emocional y la atención psicológica es fundamental para atajarlo cuanto antes y ponerlo en manos de profesionales, ya que las consecuencias pueden ser muy graves, tanto en víctimas como en agresores.
En el caso de agresiones sexuales, puede haber problemas graves en un futuro, como aversión al sexo contrario o en el caso de los agresores, disfunciones.
Un antes y un después tras la pandemia
Todos coinciden en que la pandemia y el confinamiento ha creado un antes y un después y se han multiplicado los casos en todos los rangos de edades, también en las más tempranas.
"El confinamiento ha dejado secuelas terribles y muy visibles que vemos cada día en nuestras consultas" nos cuenta Patricia Morales desde Empatía Mérida. "Hay una relación íntima y directa con el uso y abuso de pantallas, internet y redes sociales". "Han normalizado el uso de la pantalla, y lo han hecho el medio para relacionarse, dejando a un lado herramientas sociales tradicionales"
El control parental a los menores es fundamental, y habituar a los menores "al tiempo de espera y la recompensa" ya que los nativos digitales están acostumbrados a la inmediatez del click.
Protocolos en marcha
Desde la Consejería de Educación, Ciencia y Formación Profesional aseguran que en los últimos casos denunciado "se han adoptado las medidas pertinentes, tanto por parte del centro educativo en cuestión como por parte de la inspección educativa en el momento en el que se tenido conocimiento de las denuncias".
Además, desde la inspección educativa se han entrevistado con las familias denunciantes, se les ha prestado su apoyo y se ha puesto a disposición de las mismas.
La Consejería ha puesto en marcha las medidas contundentes para velar, en el ámbito educativo, por los derechos de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia, garantizando, a su vez, la confidencialidad de los datos en todo momento.
Ponerse en su lugar
La Policía Nacional invita en su último spot publicitario a los padres y madres y adultos a ponerse en la piel de nuestros hijos en el caso de acoso. Es el principal objetivo de esta campaña difundida en redes sociales esta semana.
Saber qué sienten cuando sufren bullying es el primer paso para poder combatirlo. Y un dato escalofriante: un niño que sufre acoso escolar tarda más de un año en contárselo a alguien.