José Jiménez fue uno de los 11.622 extremeños hospitalizados por COVID en Extremadura. Hoy todavía con calambres y mareos recuerda momentos de los 45 días en los que estuvo luchando por su vida en la UCI del Hospital Universitario de Badajoz. "Recuerdo lo bien q me trataban las enfermeras y auxiliares. Se ponían a bailarme tras los cristales para q me entretuviera y se lo agradezco a todas" rememora José.
Son muchas las personas que agradecen los aplausos con los que se celebraba cada vuelta a la vida. Cinco años después, tampoco los sanitarios olvidan una pandemia en la que trabajaron sin descanso ni recursos, sobre todo las primeras semanas.
Porque el COVID dejó muchas muertes sin despedidas. Como la del padre de Isaac, que murió la mañana de reyes de 2021. Sus cinco hermanos fueron confinados y no pudieron celebrar su funeral hasta un mes y medio mas tarde. "Se lo llevaron a la planta de covid del infanta cristina que fue cuando lo vimos al subirse en la ambulancia y no lo volvimos a ver más. El hecho de no poder ir a un tanatorio no poder enterrarlo hasta un mes y medio después fue mucho peor que incluso la muerte" recuerda Isaac.
Son las heridas que no se ven de la pandemia. Otras siguen visibles como las de Lola, que con Con Covid persistente ha estado dos años sin casi poder mover las piernas. Secuelas de un COVID que dejó casi 317.000 positivos confirmados en Extremadura y truncó la vida de miles de familias.
Cinco años después, la mayor crisis sanitaria de la historia sigue presente en la memoria de todos.