Son varios los frentes abiertos del campo. Uno de los más repetidos es el malestar por la alta carga burocrática y administrativa que se exige a agricultores y ganaderos. En relación a esto piden una simplificación en los trámites burocráticos que aquejan a las explotaciones; al mismo tiempo se exigen cambios para que la política agraria común mantenga un equilibrio entre la sostenibilidad medioambiental y la económica.
El malestar se acrecienta cuando ven que a las importaciones de terceros países, de fuera de la Unión Europea, no se les aplica, según ellos, las mismas exigencias o que el acuerdo que se quiere efectuar con Mercosur liberalizaría la llegada del 82% de los productos de Sudamérica. Las organizaciones agrarias piden también que se mantengan las subvenciones al gasóleo agrícola y por la sequía y que se vigile y se cumpla la ley de la Cadena Alimentaria que impide vender por debajo de los costes de producción. Costes que se han incrementado por la guerra de Ucrania y ahora el conflicto en Gaza, afectando principalmente al precio de los lubricantes, los piensos y los fertilizantes.
Las protestas de los agricultores se extienden por Extremadura
