El momento culmen de la Semana Santa emeritense llegó en la pasada madrugada del Viernes al Sábado Santo con la celebración de la Procesión y Via Crucis del Santísimo Cristo de la O. "Es la estación penitencial por antonomasia, es único en el mundo", recuerda José Antonio Calvo, miembro de la Junta de Cofradías emeritense.
Partió de la Concatedral de Santa María, donde se realizó el voto de silencio que guardaron todos los hermanos de las distintas cofradías que acompañaban al Cristo, una talla anónima del siglo XIV.
A la una y media de la madrugada, el paso partió acompañado solo del redoble de tambores y continuó por el Templo de Diana hasta llegar al anfiteatro romano, punto de referencia en el que se
realizó el tradicional rezo del Via Crucis con los cantos de la liturgia Hispano-Visigótica a cargo de la capilla Gregoriana del Santísimo Cristo del Calvario. "Es un Via Crucis especial y diferente por los monumentos que pisa", explicaba uno de los fieles.
Y es que la monumentalidad de la procesión, unida al recogimiento de los fieles y a la belleza de las tallas confiere un carácter único al Via Crucis emeritense y el momento álgido del regreso de la Semana Santa a las calles de la capital extremeña. "Hemos tenido unas procesiones muy dignas, algo que hay que agradecer con el poco tiempo que han tenido para prepararse", valoraba José Antonio Calvo.
Tras el rezo, el Cristo regresó a la concatedral, donde aguardará la emoción de su rezo un año más.