Momento del espectáculo de El Brujo en el estreno.
Los personajes de 'Esperando a Godot' aún andarán por ahí por si llega la bota. No era a Dios, sino a un zapato, a quien aguardaban. Empresa de lo más absurda, por cierto, porque nunca llegó.
El calzado, como los dioses, es caprichoso. Igual que Júpiter, que era un pelín 'picha brava' y como no tenía suficiente con las diosas del Olimpo le tiró la caña a Alcmena, le mujer de Anfitrión. Bueno, más bien, la engañó. O eso le dijo ella toda digna al esposo cuando llegó de la guerra. ¡Pobre Anfitrión! Un montón de años por ahí luchando contra los tébolas 'e quando torna a casa...'
De aquella 'canita al aire' nació Hércules (el Supermán primigenio) y el rey de Tirinto se lo tuvo que comer con patatas. A ver qué iba a hacer el hombre en aquella época... ¿Os recuerda a lo de la paloma?
Todos los mitos son uno. Igual que todos los dioses son dios, el único y verdadero por muy bota que lo imaginara Samuel Beckett. "Nosotros somos los verdaderos dioses", afirmó El Brujo tras la función de anoche. Una divertida clase de filosofía que reflexiona sobre lo divino y lo humano para convertir la tragedia de lo efímero en una comedia.
A Mérida le gustan las comedias y ayer los demostró a carcajada limpia. "¡Ríiti, ríiti... Que luego llori, llori", que dicen en mi pueblo. Porque habrá tragedias, cuatro tiene el Festival en cartel. Pero después de un año y medio de penas, el Teatro Romano necesitaba reír. Y bien a gusto se quedó. Igual que Júpiter. ¡Ay, Anfitrión! Tú sí que eres divino.