En la romana Emérita Augusta era costumbre darse una vuelta los fines de semana por los mercados de esclavos. A veces había suerte con la remesa y otras, no tanto.
Por eso, cuando la fortuna adversa, los emeritenses iban a las tabernas para ahogar las penas. Lo hacían con un poco de cerveza maridada con un sabroso secreto de la Iberia o con una ensalada emperador.
También había emeritenses que preferían vinos. Y los había para todos los gustos.
Vinos con sabores, muy especiados, porque los romanos los utilizaban también como medicinas. "Hay uno de canela, otro muy dulcecito para el aperitivo para que te entre ganas de comer. Ese que tiene de violetas también", dice un bodeguero de antaño.
Aperitivos y salsas romanas
Aperitivos como el muy paté romano de garum. Que no es ni desagradable ni putrefacto como nos habían hecho creer.
Y para acompañar mejor los platos, elaboraban una salsa hecha con "visceras del pescado, la curación y la fermentación.... ese fermento potencia los sabores y los multiplica dando ese sabor". Un aderezo ideal para hacer una riquísíma fideua o unas papas con chocos.
Y se puede disfrutar de todos estos manjares de la gastronomía romana en Emérita Lúdica, en la Mérida actual.