Este verano 2022 está siendo, en cuánto a valores extremos de temperatura, de récord tanto en España como en buena parte de Europa occidental. Las diferentes olas de calor que hemos vivido, una en junio y otra en julio, van camino de convertir este verano en histórico. Unas olas de calor muy intensas tanto en extensión espacial como en duración.
La recurrencia de eventos cada vez más extremos es más evidente fruto del cambio climático. Según este estudio llevado a cabo por Dominic Royé, investigador de Geografía Física de la Universidad de Santiago de Compostela y María de las Nieves Lorenzo González, profesora titular del Área de Física de la Tierra de la Universidad de Vigo "este es solo el principio". El Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) es contundente: en el período 2030-2052 nos situaremos 1,5 ºC por encima de niveles preindustriales. Esto se traducirá "en olas de calor más intensas, frecuentes y prolongadas a lo largo de toda Europa, especialmente en la península ibérica", un área especialmente vulnerable dentro del área mediterránea.
¿Qué es una ola de calor?
A día de hoy, no se ha establecido un criterio único para definir las olas de calor. Lo que sí que cumple es que la temperatura máxima, mínima o promedio supere un umbral durante un período determinado de tiempo, al menos de tres días y en algunos casos hasta cinco.
La ola de calor se caracteriza por su frecuencia, duración, intensidad y extensión espacial. En la mayoría de estudios la dimensión de extensión espacial y la intensidad falta profundizar, sobre todo en la península ibérica. El índice Excess Heat Factor (EHF) incorpora la intensidad y el proceso de aclimatación del cuerpo humano. Se trata de una visión muy interesante puesto que "incluye la temperatura media diaria para un período de tres días en comparación a los 30 días previos".
Más intensas, extensas y duraderas
A partir del período histórico de referencia 1971-2000, la intensidad, duración y extensión espacial de las diferentes olas de calor "muestran tendencias significativamente crecientes".
La intensidad máxima ha aumentado a un ritmo mayor que la intensidad media, con incrementos de entre 2 ºC y 6 ºC por década, mientras que el número de días de ola de calor ha subido en 3,8 días por década. La extensión media de las olas de calor también ha aumentado para este periodo un 1,71 % por década, siendo aún más destacable el aumento de la extensión máxima, que alcanza un 4,3 % por década. Son cifras verdaderamente preocupantes y son un reflejo más del aumento de las temperaturas en la península ibérica y en Extremadura.
Y el futuro, que nos deparará?
Las previsiones para las próximas décadas no invitan al optimismo. Todas las tendencias observadas se agravarán en un futuro próximo (hasta 2050) para toda la península ibérica, "con un aumento en el número medio anual de días de ola de calor del 104 %, llegando al 150 % en el litoral mediterráneo y Pirineos".
Estos porcentajes implican un aumento para el conjunto de la península de 6,4 días/década en el escenario más moderado del IPCC y de hasta 7,6 días/década en el escenario más pesimista, "duplicando la tendencia observada en las últimas 3 décadas del pasado siglo". Así mismo, la intensidad máxima subiría más de un 50 % en la mayor parte de la península es un escenario optimista pero, atención, alcanza prácticamente el 100 % en el peor de los escenarios posibles.
Y no sólo eso, también cubrirán una superficie cada vez más amplia de la península. Las consecuencias serían nefastas por un mayor número de población afectada, un mayor riesgo de incendios forestales y una mayor demanda energética.
Los resultados preliminares que disponen este equipo de investigadores para la segunda mitad de siglo (2050-2100), "muestran la continuidad en el comportamiento observado en la primera mitad de siglo, pero con valores más altos en las tendencias y mayores diferencias entre los escenarios analizados".
Variabilidad regional en nuestro país
Las olas de calor en España acostumbran a mostrar una gran variabilidad regional en términos de intensidad y duración. Los autores del estudio ponen como ejemplo la última gran ola de calor que ocurrió en España, allá por agosto de 2018. De forma un tanto similar a la ola de calor que estos días ha sacudido con fuerza la península, esta última gran ola "en las zonas en las que se registra una mayor intensidad (o severidad), la duración de las olas de calor es menor, ya que estas zonas están más expuestas al rápido transporte de las masas de aire desde el océano Atlántico hacia el oeste de la península".
Fruto de esta gran variabilidad regional es que la duración de las olas de calor en la costa mediterránea e islas Baleares duplica la duración del fenómeno en el oeste peninsular. Según afirma este estudio, "en los días más intensos del evento de 2018 (2-3 de agosto), la ola de calor llegó a copar más de un 99 % del territorio, afectando a un total de 50 millones de personas. Más de 14 millones padecieron condiciones de severidad extrema".
Por desgracia, en las últimas décadas las olas de calor se han convertido en un "fenómeno atmosférico extremo por excelencia", debido a sus implicaciones no sólo en la salud de la población sino también en la agricultura, la ganadería, los transportes, etc.
Es urgente "tomar medidas de adaptación y mitigación: desarrollar planes de alerta, acción y comunicación, llevar a cabo estudios sobre los cambios en la sensibilidad de la población e implementar mejoras en la práctica de la gobernanza y en el diseño urbano". Así pues, el clima del futuro estará marcado por situaciones más extremas y recurrentes, lo que condicionará la vida de cientos de millones de personas en el mundo.