Ante la explosión de contagios que la variante ómicron está dejando en Europa, Portugal ha decidido tomar medidas y endurecer las restricciones. Su incidencia supera los 630 casos por cada 100.000 habitantes, son casi 300 puntos menos que en nuestro país que, según los últimos datos oficiales disponibles, se sitúa en 911. El país vecino ha entrado en lo que llaman "periodo de contención" hasta el 9 de enero. Entre las medidas que han tomado, la más drástica es la del cierre de bares y discotecas. No podrán abrir en las fechas en las que suelen hacer más caja de todo el año. También se reduce el aforo de los establecimientos comerciales. Podrá haber una persona por cada cinco metros cuadrados.
Los test de antígenos empiezan a tener un especial protagonismo para la vida diaria. Hay obligación de presentarlo para poder acceder a hoteles y alojamientos, a bodas y bautizos y a espectáculos deportivos, entre otros. La mascarilla vuelve a ser obligatoria en espacios cerrados y también el teletrabajo en los puestos que se puedan realizar a distancia.
Restricciones especiales
No son las únicas restricciones. Los días 30 y 31 de diciembre y el 1 de enero se endurecen todavía más. Esos días habrá que presentar un test negativo para acceder a restaurantes, casinos y las fiestas de nochevieja. Además se prohíben las reuniones de más de diez personas en la calle en fin de año y también se prohíbe el consumo de alcohol en la vía pública.
Y para evitar aglomeraciones, tampoco habrá rebajas. Deberían haber empezado hoy y prolongado hasta el 10 de enero. El día antes de reyes, el gobierno luso podría volver a permitirlas para esas últimas jornadas.
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