El hallazgo de escritura en la pizarra del artesano de los guerreros, descubierta en el yacimiento del Turuñuelo, era "uno de nuestros objetivos porque abre las puertas a otras muchas líneas de investigación". Esther Rodríguez, codirectora del yacimiento, está exultante, esa sensación que mezcla la alegría orgullosa con lo inesperado. "No nos lo imaginábamos, ha sido una sorpresa para todo el equipo que hayamos conseguido documentar un alfabeto".
Como casi todos los grandes hallazgos, detrás del descubrimiento de este abecedario hay un trabajo incansable, una fe a prueba de fracaso y la chispa que hace que todo lo demás luzca, esa fracción de segundo en la que se produce el fogonazo que hace avanzar la ciencia y, como consecuencia, la humanidad. Ese preciso momento ocurrió el jueves, 6 de junio, en Barcelona. A mediodía, mientras apuraba la comida, Joan Ferrer i Jané, miraba las redes sociales. Este epigrafista, investigador de lenguas y escrituras paleohispánicas, reparó en un nuevo hallazgo a más de 1.000 kilómetros de su lugar de residencia, en Guareña. "Vi las fotos de la tabilla en las redes sociales y todo el mundo hablaba de las figuras, pero a mí me llamaron la atención los signos".
En una entrevista en el programa Ahora Extremadura ha desvelado que sus muchos años de entrenamiento y una visión selectiva desentrañaron entre los bocetos de las tres figuras "trazos compatibles con la secuencia que hemos completado". De un primer vistazo descubrió la I "porque el signo I no puede ser confundido con ningún otro signo geométrico". Sin pensarlo descolgó el teléfono y llamó a Esther para decirle que estaban ante algo muy grande. "¿No os habéis fijado en que hay signos que podrían ser de un alfabeto o es que no lo habéis hecho público?", le preguntó. A la arqueóloga jefa le temblaban las piernas, no habían visto esos símbolos coincidentes con un abecedario porque su primer impulso fue documentar las figuras de los guerreros, no habían tenido tiempo de profundizar más. Si lo que planteaba Ferrer era cierto estaban ante algo muy grande.
Sin dudarlo, la arqueóloga le envió fotos a gran resolución y con todo lujo de detalles de la tabilla al epigrafista que durante todo el fin de semana ha estado analizando con minuciosidad, milímetro a milímetro, todo tipo de trazos contenidos, dibujados o inscritos en ella. "Con fotos de más calidad pude verificar que la secuencia correspondía con un abecedario de escritura meridional ABeKaTuIKeLBaNS?ŚTaUE que es casi la misma que la documentada en Espanca", otro hallazgo tartésico localizado en Castro Verde, Portugal.
No hubo dudas ni titubeos por parte del equipo ni por parte del Centro Superior de Investigaciones Científicas en cuanto a la magnitud del hallazgo. Su transcendental importancia para el conocimiento de las culturas que confluyeron y forjaron la identidad cultural que se vivió en el valle medio del Guadiana durante la primera edad del hierro, estaba fuera de toda duda. Lo corrobora el hecho de integrar en el equipo a Joan Ferrer y de que, en poco más de 48 horas, se hizo público el descubrimiento, en un materia poco dada a la precipitación reñida con el rigor científico.
Pero como todo hallazgo que nos ayuda a comprender lo que fuimos, aún queda mucho por hacer. Los próximos trabajos deberán determinar si a los 21 símbolos que hay en la parte conservada le faltan otros seis, si tomamos como referencia la de Espanca; descifrar si los signos del alfabeto forman un todo o el artesano los dibujó en conjunto con los guerreros; y, quizá lo más importante, analizar al microscopio todas las tabillas halladas por si alguna de ellas nos depara alguna otra sorpresa.
Hallan escritura en la pizarra del artesano de los guerreros del Turuñuelo