Escuchó ruidos en su cortijo y pensó que eran gatos recién nacidos. Pero cuando se acercó a ellos, algo le llamó la atención: sus orejas puntiagudas. No eran gatos, sino linces.
La 'mamá lince' había parido a sus cuatro crías dentro de una caja en una nave de una casa de campo habitada en el Valle del Matachel, en la provincia de Badajoz. Nunca se había visto algo así; que un lince en libertad se acercase tanto a un lugar donde hay seres humanos. Tal y como nos ha contado María Jesús Palacios, que es la directora del programa de conservación del lince, "había datos de otras hembras que habían parido en naves, cortijos y pajares abandonados. Pero esto es muy bonito. Un punto de encuentro y confianza con el humano".
Esta hembra de lince ya había parido anteriormente en la zona, aunque no en ningún lugar habitado. Se trata de un ejemplar que no había sido criada en cautividad, sino que había nacido en libertad; por lo que no está acostumbrada a estar cerca de los humanos. Es "algo que ella ha aprendido".
En la zona ya se sabía que una hembra andaba merodeando por la zona. Cuando el dueño de la finca descubrió a los linces dentro de su propiedad, llamó inmediatamente sorprendido al coordinador del programa de lince en el Valle del Matachel. En ese momento, la madre de los cachorros había salido a cazar. María Jesús, de hecho, asegura que se trata de una hembra "bastante desconfiada". Pero cuando ella tiene "esa seguridad de que está a salvo en esa familia, la considera también parte de su familia, y eso es muy bonito".
Los cachorros todavía están allí, pero pronto la hembra se los llevará a otro lugar donde tengan más espacio.